Sin querer, sin pensarlo mucho, pasó bastante desde la vez pasada. Tal vez sea por esto, pero no quiero descontinuar este camino que vamos haciendo. Como decía, tal vez sea por esto: por abrazar a la vida.
Miraba el calendario y marcaba el comienzo del décimo mes del año. Y en un pensamiento colectivo surgía el “¡ya estamos en Octubre!”
Sin querer, sin pensarlo mucho, pasó bastante. Mucho agua bajo el puente… mucha vida por los brazos, por los ojos, por la boca, por los oídos, por cada centímetro del ser.
Y la vida está para eso: para vivirla y dejarla ir. ¿Acaso podríamos disfrutar la música en un continuo repetir de un compás? La música de la vida se disfruta en su fluir.
Sin querer, sin pensarlo mucho, pasó. Estaba junto a ella y la quise abrazar, la abracé y la solté para que continúe yo y ella. Pero se quedó… porque ella se encuentra aquí, conmigo, y es ella la que me abraza y se renueva a cada paso, donándose generosamente para mí. Y su abrazo generoso, amoroso, me hace querer abrazarla y, como ella, donarme también con generoso amor.
Sin querer, sin pensarlo mucho… abrazo a la vida, y ella me abraza a mí. Y abrazarla es abrazar lo que me regala:
Abrazarla es abrazarme, en todo lo que soy, en mi identidad, en mis opciones, en mi cuerpo, en mi mente, en mi corazón, en mis cualidades y en mis límites… abrazarme completo, y amar el don que significo.
Abrazarla es abrazar a los demás, abrir los ojos por la mañana y agradecer por quien está a mi lado, por quien comparte conmigo la mesa, por quien me escucha, me habla, ríe y llora conmigo, por quien asume mis preocupaciones, por quien comparte mis fatigas, y también por quien me hace fatigar, me molesta, me indispone. Descubro en el hermoso don de vivir, el don que el otro significa para mí. Ella se brindó generosa al darme a quien hoy está al lado mío.
Abrazarla es abrazar todo lo que significa la exterioridad: los bienes, el trabajo, el estudio, los momentos gratuitos, las responsabilidades, la cultura y sociedad, el siglo en que me tocó vivir. ¡Ella me ha regalado todo esto! Y en la abundancia o en la carencia me hago capaz de abrazarla.
Abrazarla es abrazar mi historia: mi pasado en sus luces y sus sombras, mi presente en su asunción, y mi futuro en la esperanza y en la incertidumbre. Todo es regalo, y por eso la abrazo y le doy gracias.
Sin querer… abrazaremos todo nuestro ser, lo asumiremos y lo amaremos. Allí, creo que sólo allí, empezaremos a ser capaces de amar. Y abrazando cada uno su vida, abrazará la vida de los demás y se convertirá en maestro que enseñe a abrazarla.
La vida nos abraza, y nosotros debemos estar bien despiertos para sentir su abrazo y poderla también abrazar. Allí nacerá la verdadera vida, el verdadero amor.
El Evangelio de hoy nos dice: “El que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y [Jesús] los abrazaba y los bendecía…” (Mc. 10,15-16)