viernes, 11 de marzo de 2011

En las manos del alfarero



"Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.” (Jer. 18,2-4)

Con cuánto amor las manos del alfarero, del Dios humilde y trabajador, nos forja día a día, nos retoca, nos hace únicos, especiales. El Alfarero toma el barro, quita sus impurezas, para luego hacerlo vasija que guarde el gran tesoro de su Amor.

Somos frágiles y no resplandecientes como el oro; así debemos ser, para que siempre necesitemos de esas manos creadoras.

Que en el servicio aceptemos la Voluntad de nuestro Dios Alfarero, la forma que decida darnos, como el cacharro maternal de María.