la pequeñez y lo sencillo.
Frente a la riqueza y el poder,
la pobreza y la fragilidad.
Frente al despotismo y la violencia,
el cobijo y la ternura.
Frente a nuestras luminarias artificiales,
la Estrella perenne y eterna.
Frente a nuestros ídolos de cartón,
un niño que es Dios.
Frente a nosotros, Él…
manifestándose y revelándonos
lo divino en lo humano,
oro de reyes,
incienso de santos,
mirra de mortales,
y así ser Dios-con-nosotros
y nosotros-con-Dios.