sábado, 30 de marzo de 2024

Los colores de la luz que vencen a los grises de la oscuridad

        Las dos primeras obras de la creación de Dios, ante lo informe, vacío y tenebroso del mundo, fueron la luz y el firmamento. 

La luz nos permite distinguir y valorar; es una realidad más espiritual que material, por medio de la cual contemplamos la realidad, lo que existe. Y cuánto más luz, más nos permite reconocer los detalles y apreciar los colores de las cosas. La luz expulsa las tinieblas, la opacidad, los grises que quieren nublar desde antiguo la bondad y belleza de la creación. 

Y, en segundo lugar, Dios crea el firmamento; el horizonte que establece un más allá a la vez que un límite preciso. El firmamento que viene a traer distinción, separación y profundidad; nos otorga referencialidad de las cosas y de uno mismo: dónde estoy y hacia dónde voy. El firmamento se corresponde a las coordenadas de la existencia, al tiempo y al espacio. Así como la luz expulsa a las tinieblas, el firmamento da forma, otorga límites y comprensión al mundo.

Luz y horizonte de la liberación de un pueblo

La experiencia de la liberación del pueblo de Israel, y en ella presente de modo paradigmático toda liberación popular, está transida por la luz y el horizonte de lo nuevo. En el relato del paso de los israelitas por el Mar Rojo, se dice que una columna de nube los separaba a ellos de sus perseguidores egipcios, y que “la nube era tenebrosa para [los egipcios], mientras que para [los israelitas] iluminaba la noche” (Ex 14, 20). La luz, la capacidad de ver con claridad, es gracia de Dios para el pueblo liberado y a su vez condición para su liberación. Para liberarnos necesitamos de la luz. Caso contrario, la esclavitud nos llena de tinieblas, nos incapacita ver qué queremos y dónde estamos. Las tinieblas llenan de confusión a los perseguidores egipcios, y así de alguna manera su propia falta de luz vuelve sobre ellos para detenerlos en el camino. Dios viene a traer en la historia de los pueblos la luz de la liberación ante las tinieblas de la opresión que solo nos generan confusión y dificultades para avanzar.

Dios, comprometido en la liberación de su pueblo, le brinda un nuevo firmamento, un horizonte hacia el cual dirigir sus pasos. Él, contra toda esperanza, les marca un camino de libertad insospechado, inaudito. El relato del Éxodo nos dice que “el Señor hizo retroceder el mar… las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla, a derecha e izquierda” (Ex 14, 21-22). Así, ante el aparente límite infranqueable de las aguas, Dios por medio de Moisés y con la confianza del pueblo opera lo imposible. Y el pueblo reanuda su marcha a la liberación en medio de las aguas, que es como decir en medio de todo lo que amenaza y hace peligrar la vida. Entre medio de las aguas de la historia el pueblo de Dios camina hacia el horizonte de su liberación.

La luz de la vida frente a las tinieblas de la muerte

Dios crea y recrea la luz, crea y recrea el firmamento. Y la luz y horizonte definitivo es la vida plena, en donde las tinieblas y la informidad de la muerte son vencidas para siempre. Y en el misterio pascual, para vencer hay que pasar, hay que atravesar.

Jesucristo pasó a través de las tinieblas de la muerte y del sinsentido de la cruz para alcanzar la luz de la vida y abrir el horizonte de sentido a toda vida y a toda la creación. Jesucristo, hombre-Dios, no se ahorra el volver a las tinieblas genesíacas, sino que se sumerge en ellas a través de la muerte para salir victorioso y conducir en sí mismo a toda la creación a una vida nueva.

Es él mismo la luz que vence a las tinieblas y el horizonte de la liberación y de vida plena. Es él quién expulsa definitivamente las tinieblas del pecado para traer consigo la luz de la vida en Dios. Es él quién generosamente reparte la vida que proviene de Dios-Padre. Es él quién corre la piedra, la enorme piedra del sepulcro oscuro del fracaso histórico, y sale victorioso y radiante para presentarse entre los suyos, y entre nosotros hoy, como el resucitado que nos marca el horizonte, que camina delante nuestro a Galilea, a esa tierra y esos hombres que hoy también esperan la luz de la vida y el horizonte de la liberación.

Feliz Pascua de Resurrección 2024