Creo que yo era el único que no los tenía así. Porque todos esos piecitos, de tamaño veinte, corrían tras la pelota medio desinflada.
Había llovido por la siesta. Pensábamos que podría ser que no haya mucho que hacer en esa tarde; pero la tarde llegó sin lluvia y con claridades. Caminando hacia la Capilla ya sabíamos que esa tarde íbamos a poder hacer algo que antes no habíamos podido: jugar al fútbol.
¡Estaba especial! La tierra de la cancha un poco humedecida por la lluvia, con algo de barro en el centro para hacerlo más entretenido aún; un viento que soplaba para descansarnos de tanto calor que había hecho días anteriores; las nubes protegiéndonos del sol agobiante; la pelota lista; los jugadores aprestados con el mejor botín, sus pies descalzos.
Y no había nada más que hacer, tan sólo jugar, divertirnos, hacerse niño una vez más y perder toda diferencia de edad, de historia, de creencia; todo se redujo a la alegría de vivir sin pensar nada más que en jugar, por una horita todo fue eso, un gran partido.
Esta experiencia que te estoy compartiendo fue una tarde de cinco días bellísimos que vivimos en la Semana Oratoriana, una experiencia que lleva ya once años donde jóvenes, de cuerpo y de espíritu, suman su vida para dar a otros chicos una tarde diferente, tratando de hacer brotar la felicidad, el gozo por la vida, la vida hecho juego, y el encuentro en ese juego, en ese compartir, en ese abrazo, con el Dios de la Vida, con Jesús Amigo, con Mamá María.
La ciudad de Fontana, en la provincia de Chaco, por cinco días es testimonio del milagro del amor de los jóvenes por los jóvenes, es botón de muestra de la experiencia más salesiana de todas, ese Oratorio festivo donde el sueño comenzó; Fontana por una semana es creer que es posible construir algo mejor si lo hacemos entre todos.
Y te vi llegar con tus manos sucias y tus pies descalzos para abrazarme, y te abracé y quise ensuciar mis manos y descalzarme para estar contigo, para entrar en tu corazón y tú entres en el mío.
Un gracias enorme a todos los chicos que hicieron realidad esta semana de amor, a todos esos piecitos descalzos de cada barrio, y a todos los que se descalzaron para estar junto a ellos.
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