"Doy gracias por el regalo de la amistad, donde el ser se hace valioso y el hacer se vuelve obsoleto. Gracias, Señor, por mis amigos".
Esto lo escribía hace no mucho tiempo; mejor dicho, hace poco más de un día. Y pienso... ¡qué regalo el de la amistad y cuán difícil muchas veces es conseguirlo y valorarlo en toda su gran dimensión!
"El amigo fiel es refugio seguro, quien lo encuentra, halla un tesoro" nos recuerda bien el libro del Eclesiástico en la Biblia.
Y en el juego de las palabras, en nuestras mismas construcciones, de repente y sin quererlo (o sin darnos cuenta) descubrimos las particularidades de este regalo.
¿Quién señaló un día con su dedo a una persona para que sea su amigo?; y si alguna vez alguien lo hizo: ¿Quién verdaderamente de esta forma halló la amistad?
Es que la amistad no es como ir a comprar caramelos o un kilo de pan. La amistad, como quien no quiere la cosa, se encuentra; como que nos tropezáramos con ella.
Me pongo a pensar cómo conocí a mis amigos, y a ninguno le dije: "vas a ser mi amigo". Por el contrario, la amistad pareciera surgir del desconocimiento recíproco y las ansias de conocer, de la preocupación frente a la existencia del otro, todo lo cual se resume en la pregunta: "¿como te llamás?" o "¿querés jugar conmigo?".
Así, nos "tropezamos" con quienes serán nuestros amigos, luego tomamos esa "piedra" y ya tiene nombre, ya tiene historia, ya no es cualquier piedra, es "esa" piedra, distinta de cualquier otra. Aprendemos a valorarla, a atesorarla de forma especial. La miramos bien, nos tomamos el tiempo de conocerla, y descubrimos que aquello con que nos tropezamos un día era un "tesoro", porque escondía un enorme valor que yo supe encontrar.
Pero hay más... porque lejos de toda metáfora la amistad es este amor recíproco entre dos personas, o más aún, la amistad es mi amor hacia otra persona, sea que ella me considere o no su amigo: ¡Porque yo quiero darte mi amistad!, ¡Porque yo te la regalo!, ¡Porque supe descubrir en vos un tesoro, un enorme valor!
Y así puedo, sin contradecirme, decir: ¡Yo te ofrezco mi amistad, aunque vos no me ofrezcas la tuya!, ¡yo te doy mi amistad, aunque vos no me la des!, ¡yo te regalo mi amistad!, ¡yo te regalo mi tesoro!
Y la amistad se vuelve regalo. Y en el regalo de la amistad, el ser se hace valioso, porque hago valioso al otro por lo que es y no por lo que hace, por lo que me da o por lo que me deja de dar. Y si profundizamos, todos valemos por el simple hecho de "ser" y estamos llamados a descubrir el valor del "ser" del otro; estamos llamados a hacernos amigos del otro, del que está a mi lado, porque lo amo, porque lo valoro, porque me doy cuenta que es importante porque "es".
jueves, 25 de diciembre de 2008
El regalo de la amistad
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hola leo!!!!
ResponderEliminarmmm la verdad los amigos
son los amigos..yo los amo
a todos ya q son los q siempre estan.
cuando los llamo para joder estan!,cuando los necesito,estan!!!
la verdad GRACIAS SEÑOR POR MI AMIGOS!!!
feliz navidad leo! q el nacimiento del niño dios colme de bendiciones tu vocacion y tu familia..
se te quiere..
un beso y un abrazo en nuestro padre don bosco!
sole(dgo savio)
moooooyyyyy ueno liunel. mi inkanto lu ki zcriizte!. en serio. le batiste la posta. no conocia al leonel filosofo. ta weno. segui ashi. 1 jueeeeeeeerrrrteee abrazo! hasta la vista!!! =D Diego B.
ResponderEliminarLeonel!!! siempre acertado... de verdad que es un regalo maravilloso el de la amistad...
ResponderEliminarFuerza Leonel, que es hermoso el camino que escogiste, no será facil... pero es hermoso!!!
Un abrazo...
Lito(DB)