Funes,
Sábado 24 de mayo de 2008 –
Córdoba, Domingo 11 de Noviembre de
2012
Hoy
quiero poner mis ojos en tus ojos, Madre. Hoy quiero hablarte desde
el corazón. Y al mirarte contemplar tu belleza, la más grande entre
todas las creaturas que Dios ha hecho. Y al verte encontrar a Dios
reflejado en Ti, como en un claro espejo, brillante, sin mancha.
Hoy
quiero poner mis ojos en tus ojos, Madre. Hoy quiero hablarte desde
el corazón. Y al mirarte descubrir la mirada de Dios que traslucen
tus ojos. Y al verte saber que si tú estás, Dios también está
allí, a tu lado.
Hoy
quiero poner mis ojos en tus ojos, Madre. Hoy quiero hablarte desde
el corazón. Y al mirarte entender que en el camino de esta vida no
estoy solo, porque tú me acompañas. Y al verte comprender que tú
eres mi modelo de humildad, de amor solícito y entregado a Dios, de
“sí” a su Voluntad.
Hoy
quiero poner mis ojos en tus ojos, Madre. Hoy quiero hablarte desde
el corazón. Y al mirarte aprender este camino de entrega generosa al
plan de Dios. Y al verte descansar de las fatigas del camino, para
continuar por donde tú me indiques, y como los sirvientes, pueda ir
y hacer todo lo que Él me diga.
Jesucristo
es el regalo de tu maternidad. Tú supiste cuidarlo, amarlo
profundamente, darle todo lo que necesitaba para que crezca
sanamente, seguirlo hasta el final. Dios mismo se abandonó en tus
manos, así yo también quiero abandonarme en las manos en que se
abandonó Dios.
Soy
pobre y necesitado, limitado en tantas cosas y débil, muy débil. No
soy digno y carezco de fuerzas para emprender este camino; mas confío
mi vida en quien me llama. Hoy me siento invitado a iniciar esta
senda, confiando todo lo que soy en Dios, como barro en manos del
alfarero, sabiendo de su gran amor, de su misericordia para los
débiles, y que su proyecto es más grande que cualquier proyecto que
yo pueda tener. Por eso, quiero ordenar toda mi realidad en cumplir
la Voluntad del Padre. Tengo mucho por madurar, tengo mucho que dejar
atrás, tengo mucho que aprender, tengo mucho que romper y mucho que
sembrar; tengo todo que dar, tengo todo por amar, todo a Ti María,
todo a tu hijo Jesús.
Hoy
en manos de tu Madre me entrego a Ti, Jesucristo; hoy en manos de tu
hija predilecta me entrego a Ti, Padre; hoy en manos de tu esposa me
entrego a Ti, Santo Espíritu.
Hoy
estoy aquí, María, para dormir como un niño en tus brazos, y
crecer en tu presencia, como Cristo lo hizo. Enséñame, Madre, este
camino de humildad que recorriste, de amor oblativo a Dios, de
sumisión a su Voluntad.
Hoy
me abandono en tus manos, como sean las manos en que se abandonó
Dios.
Amén.
Tu
hijo, Leonel
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